Llevamos años estudiando nuestros viñedos, contemplando sus ciclos percibimos que la naturaleza es sabia, que somos parte de ella y que la clave para una vida equilibrada es el tiempo. Los viñedos nos enseñaron que el tiempo no es escaso y si abundante, y que para encontrar el equilibrio debemos respetarlo. Respetar el tiempo es respetar nuestros tiempos, es marchar al ritmo de la naturaleza.

Observando los ritmos de las vides fue que nuestro fundador descubrió el Valle de Casablanca y sus beneficios, dando origen a la Viña Vistamar en 1997.

Maravillado por ciclos de maduración lenta de las uvas, recompensados con notas frutales, aromas intensos y una acidez característica, Cristian Carrasco decide ir aún más allá y explorar nuevos terroirs de clima frío, terroirs de uvas plenas, creando una colección de vinos que nos invitan a hacer una pausa y a respetar nuestra naturaleza interior.

La influencia de la corriente
de Humboldt y los vinos de Vistamar

Las corrientes provenientes de la Antártida ejercen una influencia determinante sobre el clima de la costa chilena. Este se caracteriza por cielos cubiertos de espesas neblinas costeras llamadas camanchacas o garúas. La ausencia de lluvias y las temperaturas más frías de lo que deberían ser en esta latitud, permiten que estas neblinas penetren al interior de los valles y que durante la tarde soplen vientos fríos desde el mar hacia la tierra. Estas condiciones, características de los lomajes de la Cordillera de la Costa, sumadas a la gran amplitud térmica entre el día y la noche durante el verano, son ideales para que nuestras variedades de clima frío logren una lenta y pareja madurez. .